XIII CONCURSO DE CARTAS DE AMOR VALENTÍN ANDRÉS

CARTA GANADORA DEL

XIII CONCURSO DE CARTAS DE AMOR VALENTÍN ANDRÉS

 

CARTA DE AMOR A UN PEQUEÑO PUEBLO
Querido pueblo: Ya sé que no es habitual escribir cartas a un pueblo y menos de amor. Pero yo necesito hacerlo porque creo que a ninguno de los dos nos queda mucho tiempo. Y deseo contarte los sentimientos que me has inspirado a lo largo de los años.
Cuando nací ya tenías muchos años, pocas casas y alguna historia. Lo de muchos años y la historia lo sabíamos por los muros de tu iglesia, del siglo XI o quizá de antes, porque entonces a nadie le importaba demasiado eso. Lo de pocas casas porque siempre fue así. Dieciocho o veinte, nunca más. Tampoco importaba. Y desde que tengo recuerdos tú me gustabas. Me gustaban tus callejas llenas de zarzas y violetas, el camino del valle, el abesedo, el campo de la Iglesia, el campo del Negrillón, la escuela…Todo tú me gustabas. Sobre todo, tus casas llenas de gente, casas de puertas abiertas, donde todos éramos bienvenidos, donde todos jugábamos o ayudábamos, donde podíamos llamar a cualquier hora para pedir lo que necesitáramos. Casas habitadas, casas llenas de gente trabajadora, campesina, que no tenía horarios, sobre todo las mujeres que trabajaban dentro y fuera de la casa, pero que cantaban cuando hacían las camas y nos sonreían a los niños mientras nos daban pan con natas. Y por todo eso ibas gustándome más y más.
Un día tuve que marchar. Y lloré, cuando nadie me veía, aunque todos decían que era por mi bien. Y te añoré y pensaba en ti cada día. Cuando volvía me costaba dejarte. Dejar la casa, siempre tibia de mis padres, donde encontraba su amor incondicional. Dejar aquellas personas, con nombre, que siempre me quisieron. Dejarte a ti.
Pasaron los años, tú cambiaste y yo también. Decían todos que para bien. No lo sé. Tú cambiaste los carros por tractores, el barro de las calles por el asfalto, el olor del roble por el del gasóleo. No eras el mismo. Los jóvenes nos habíamos marchado. Los mayores iban envejeciendo, las mujeres no cantaban con la misma alegría. A ti te veía un poco triste. Presentí que como a mí te podía la nostalgia.
Solo en verano estabas como antes, Volvíamos casi todos. Queríamos que conocieras a nuestros hijos. Que ellos te conocieran a ti y corrieran por tus calles, se sentaran en el portal de la Iglesia, vieran las estrellas en su esplendor y queríamos que probaran el pan con natas que con tanto cariño les daban sus abuelas. Tú rejuvenecías, estabas alegre y yo te quería cada vez más. Incluso algunos mejoramos nuestras casas y soñábamos que algún día volveríamos para quedarnos a tu lado.
Pero el tiempo va pasando, enterramos a nuestros padres, nuestros hijos tienen los suyos y solo vienen de vez en cuando. Y nosotros, que ya no tenemos a nuestro lado a la gente con nombre que nos quería, y porque cada vez somos más viejos… ¿por qué no decirlo?… espaciamos cada vez más nuestras visitas.
La última vez que estuve contigo lloré. Brillaban los melojares como diamantes de hielo y rocío. El sol brillaba y el cielo estaba azul. El río, que ya no sabe si es invierno o verano, pues un muro y la mano del hombre regula su bravura, exhalaba una estela de neblina como queriendo arroparse con ella. Y allí estabas tú. Con tus dieciocho o veinte casas, nunca más, pero en las que solo dos anunciaban vida con el humo de sus chimeneas. Solo dos. Las otras cerradas, como novias abandonadas, esperando que llegue el verano, esperando que alguien las habite. Y tú helado, solo, con la misma soledad que se percibe en los pocos valientes que resisten a tu lado. Y lloré por ti, por mí, por tu abandono, por tu soledad, por mis recuerdos…
Y me juré que te escribiría una carta de amor, que te diría lo mucho que te quise y te quiero, te diría lo feliz que he sido viviendo en una de tus casas, corriendo por tus calles. Que es ahí contigo, y con la poca gente que te habita, donde realmente me encuentro en paz conmigo misma y con los demás. Y que me duele tu soledad y tu abandono, pero que en mi vida nunca hubo ni habrá otro pueblo al que quiera más que a ti.
Te quiero.

AUTORA

BIOGRAFIA:

Ana María Cármenes Sánchez. Nací el 25 de Mayo de 1.948 en un pueblo de la provincia de León llamado Candanedo de Boñar. Soy maestra jubilada y he ejercido siempre mi profesión en Asturias. Vivo en Oviedo desde 1973.

CURRICULUM    

En 2001 me concedieron el segundo premio de Poesía en el  IV  CONCURSO DAFNE de poesía y relato corto.

En 2003 me concedieron el primer premio de Poesía en el VI  CONCURSO DAFNE  de poesía y relato corto.

Por motivos personales dejé un poco de lado la escritura y en 2017  empiezo a asistir al taller de poesía del PUMUO en Oviedo lo que hace que vuelva a reencontrarme con ella.

Vuelvo a asistir al mismo curso en 2018 y, animada por mi profesor en Noviembre de ese año, publico un pequeño poemario titulado “LOS ESPACIOS Y LOS DÍAS “